Este texto corresponde a un tramo del cuento Un Corresponsal, de Antón
Chejov, publicado en la Revista rusa The Alarm clock, bajo el seudónimo de
Antocha Tchekhonte, en Mayo de 1892. ¡¿Qué hubiese escrito en nuestros días?!
Dice un periodista, el protagonista del cuento,
durante una charla en una reunión social:
“¡Hubo
otros tiempos, señores! Ahora tampoco son malos, pero los de entonces eran
mejores para nosotros, los periodistas, por la sencilla razón de que los
hombres poseían más fuego y más verdad... ¿Dónde estáis vosotros, los literatos
genuinos, los publicistas y otros combatientes y trabajadores de la... —ej...,
ejem...—, de la divulgación... Aquellos que tienen el alma más sucia y más
negra que mis botas, aquellos cuyo corazón no se creó en las entrañas de su
madre, sino en una fragua, aquellos que tienen tanta verdad como yo casas, se
atreven a penetrar en el camino de los elegidos, en la senda exclusiva de los
profetas, de los que aman la verdad y de los que odian el dinero... Antes se
luchaba por la verdad, hoy no s busca sino la grandilocuencia y el kopek, que
Dios confunda... Antes no era así. Si soltábamos una mentira, lo hacíamos por
simpleza o estupidez; pero no esgrimíamos la falsedad como arma porque considerábamos
nuestra profesión un sacerdocio y la venerábamos como una reliquia”.