CRÓNICA DE UN DÍA DESAPACIBLE
CRÓNICAS DE BUENOS AIRES
Era un domingo de julio. El Servicio
Meteorológico informaba: ocho grados de temperatura y noventa por ciento de
humedad.
Sentado en el sillón del living, leyendo
una novela, podía ver como una brisa leve, que adivinaba gélida, mecía las
ramas del árbol plantado en la vereda que invadían mi balcón. Las hojas, al
igual que la calle, empapadas por la pertinaz llovizna que caía desde tempranas
horas de la mañana, despedían un brillo tornasolado. Era una garúa finita,
apenas perceptible, pero que, sin importar las prendas con que uno se cubra, termina
por calar hasta los huesos. En eso, sonó el timbre del portero eléctrico. Atendí.
«¿Tiene ropa para dar?». Era la voz de una mujer. No me sorprendió el pedido
pues, a diario, hombres o mujeres recorren el barrio demandando ropa en desuso,
las cuales lavan y restauran, luego las destinan para sus propios usos y el de
sus familias, o bien las comercializan en las ferias americanas de la capital y
el conurbano. «¿Recorrer las calles en un día tan desapacible?», fue lo primero
que vino a mi mente al escucharla, y lamente no tener nada para entregarle. Volví
al sillón del living dispuesto a retomar la lectura, sin embargo, incitado por
el ánimo de chusmear, salí al balcón y me asomé sobre la baranda. ¡Vaya si
hacía frío! Alcancé a verla: era una mujer retacona, aunque de contextura recia;
la cabellera negra, chorreando agua, caía pesada sobre los hombros y la espalda,
empapando la campera marrón que vestía; con una de sus manos llevaba a la
rastra un ’changuito’, con la otra sujetaba un bolso negro; a su lado le seguía
el paso una pequeña que no tendría más de unos siete años, oculta dentro de una
holgada campera roja con capucha. Las acompañé con la mirada hasta que desaparecieron
bajo la marquesina de un edificio vecino, sin duda, para reiterar su pedido a los
moradores de otros departamentos: «¿Tiene ropa para dar?». Hay quienes les
llaman ‘planeras’.
Norberto
Diskin
No hay comentarios.:
Publicar un comentario