lunes, 11 de noviembre de 2024

CRÓNICA DE UN DÍA DESAPACIBLE



CRÓNICA DE UN DÍA DESAPACIBLE

CRÓNICAS DE BUENOS AIRES

 

Era un domingo de julio. El Servicio Meteorológico informaba: ocho grados de temperatura y noventa por ciento de humedad.

Sentado en el sillón del living, leyendo una novela, podía ver como una brisa leve, que adivinaba gélida, mecía las ramas del árbol plantado en la vereda que invadían mi balcón. Las hojas, al igual que la calle, empapadas por la pertinaz llovizna que caía desde tempranas horas de la mañana, despedían un brillo tornasolado. Era una garúa finita, apenas perceptible, pero que, sin importar las prendas con que uno se cubra, termina por calar hasta los huesos. En eso, sonó el timbre del portero eléctrico. Atendí. «¿Tiene ropa para dar?». Era la voz de una mujer. No me sorprendió el pedido pues, a diario, hombres o mujeres recorren el barrio demandando ropa en desuso, las cuales lavan y restauran, luego las destinan para sus propios usos y el de sus familias, o bien las comercializan en las ferias americanas de la capital y el conurbano. «¿Recorrer las calles en un día tan desapacible?», fue lo primero que vino a mi mente al escucharla, y lamente no tener nada para entregarle. Volví al sillón del living dispuesto a retomar la lectura, sin embargo, incitado por el ánimo de chusmear, salí al balcón y me asomé sobre la baranda. ¡Vaya si hacía frío! Alcancé a verla: era una mujer retacona, aunque de contextura recia; la cabellera negra, chorreando agua, caía pesada sobre los hombros y la espalda, empapando la campera marrón que vestía; con una de sus manos llevaba a la rastra un ’changuito’, con la otra sujetaba un bolso negro; a su lado le seguía el paso una pequeña que no tendría más de unos siete años, oculta dentro de una holgada campera roja con capucha. Las acompañé con la mirada hasta que desaparecieron bajo la marquesina de un edificio vecino, sin duda, para reiterar su pedido a los moradores de otros departamentos: «¿Tiene ropa para dar?». Hay quienes les llaman ‘planeras’.

 

Norberto Diskin

No hay comentarios.:

Publicar un comentario