LA EFICIENCIA DE LOS PRIVADOS
CRÓNICAS DE BUENOS AIRES
Esta mañana desperté con golpes de maza
sobre la vereda debajo de mi balcón. «Otra vez sopa», pensé.
Una rápida ducha, me vestí, desayuné y
bajé para ver de qué se trataba, temeroso de que fueron las de Edesur y
cortaran la luz. No me equivoqué. Estaban cavando una franja en un tramo de una
media cuadra. Le pregunté al hombre que trabajaba metido hasta la cintura en el
hueco que había creado frente a la puerta de mi edificio, si iban a cortar la
luz:
—Mañana —me respondió.
—Pero... —dije desorientado—, a fines del
año pasado o a principios de este año, rompieron el mismo tramo, y también
cortaron la luz por varias horas. En aquella oportunidad nos dijeron que
estaban instalando nuevos cables para que no sufriéramos más cortes.
Una noticia bien recibida pues era algo
que sucedía a repetición cada vez que subía mucho la temperatura.
—Ahora es para conectar los edificios a
los nuevos cables —me explicó.
—No entiendo —dije—. ¿Y antes que
hicieron?
—Colocaron los nuevos cables y los
dejaron si conectar.
—¿No conectaron? —inquirí azorado.
—No, los dejaron sueltos.
Pero... taparon todo e incluso colocaron
baldosas nuevas.
—Y, sí —fue la escueta respuesta. —Al
menos así ustedes tienen más trabajo.
El hombre sonrió por toda respuesta antes
de seguir cavando.
Volví a mi departamento pensando: «¡Qué eficientes son las empresas privadas!»
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