domingo, 18 de abril de 2021

Una duda inquietante

 


UNA DUDA INQUIETANTE

APUNTE

 

El día siguiente de haber trascendido la noticia de que el Presidente Alberto Fernández había contraído coronavirus, apareció un mensaje en uno de los grupos de whatsapp, de los que formo parte, reenviado por otro de los miembros Se trataba de un flyer con el siguiente texto: “Alberto, hoy te podés transformar en héroe. ¡Andá y estornudale a Cristina!”.

No es necesario ser un experto en comunicación o en comprensión de textos para interpretar que el mensaje expresa un deseo de muerte. A esta altura de los acontecimientos todos sabemos que si un portador del virus Covid estornuda en el cara de una persona que, por su edad u otra condición, forma parte de los grupos de riesgo, la está exponiendo al peligro cierto de perder la vida. En otras palabras, sin remilgos, le está deseando la muerte

El mensaje me sorprendió. No por el texto; pues a esta altura de los acontecimientos todos los que navegamos la Web desde hace tiempo estamos acostumbrado a chapalear en el lodo del odio y de la ausencia de límites morales; sino por quién lo reenvió. 

Es una persona serena, afable; bastante parca en el hablar, y cuando lo hace, emplea un tono de voz apagado. En suma, impresiona como alguien pacífico, con un atisbo de timidez.

Es bastante obvio que cuando alguien reenvía un mensaje, si no aclara su disidencia, está haciendo propio su contenido, razón por la cuál me pregunté: ¿qué induce a una personalidad serena, pacífica, afable, desear la muerte del otro por el solo hecho de no compartir sus ideas? ¿Si se diera el caso de que esa persona, de apariencia candorosa, detentara el poder absoluto, cómo actuaría ante sus circunstanciales adversarios? ¿Hasta dónde estaría dispuesta a llegar para lograr sus objetivos? ¿Cuál sería su límite? No hay respuesta para estos interrogantes hasta no enfrentarnos al hecho consumado. Dijo alguien, cuyo nombre no recuerdo: "el hombre es un animal que tima, y el único animal que tima es el hombre".

Convengamos algo. No estoy ejerciendo la defensa de la vicepresidenta (que accedió el cargo por medio del voto popular en elecciones libres) en tanto su condición de líder política, sino como una ciudadana más a la que se le desea la muerte por sus ideas. De igual modo me habría expresado si el destinatario del ‘estornudo covid’ hubiese sido Macri, Kicillof, Bregman, Espert, Bulrich o cualquier otro individuo que exprese sus ideas públicamente. Porque no estoy hablando de política, estoy hablando de calidad como seres humanos.

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